Desde que el hombre es sapiens, intenta comprender la
causa de su sufrimiento. Al principio de la humanidad solamente se dio cuenta
de que no se encontraba bien o de que sufría, tal y como lo haría un animal
enfermo. Entonces creyó que detrás de la enfermedad existía una intervención
divina para ponerle a prueba o como castigo por un error cometido.
Después, de forma empírica en un principio y cada vez más
científicamente, el hombre descubrió que ciertas cosas son tóxicas y otras son
indispensables para su salud; comprendió que uno puede enfermarse a causa de un
desequilibrio energético: descubrió que los agentes patógenos invisibles le
podían infectar gravemente; e incluso que la enfermedad puede tener como causa
un desorden genético. Y luego, finalmente, descubrió que el síntoma también
puede ser psicosomático y puede tener el origen en dificultades existenciales o
en un drama ocurrido en la vida.
Aunque todos estos remarcables descubrimientos pueden explicar
algunas cosas, hay otras que no tienen respuesta. Y precisamente el objetivo de
esta obra es el de proponerles una nueva mirada sobre la enfermedad y sobre
nuestras dificultades en general, diferente a aquella que habitualmente tenemos
gracias a la comprensión de ciertos mecanismos perfectamente naturales
inducidos por nuestra historia, por nuestra “pre-historia” (es decir, por
nuestra historia antes del momento de nuestro nacimiento) e incluso por nuestra
herencia transgeneracional.
Me propongo compartir con ustedes mi intima convicción de
que las enfermedades, desde las más leves hasta las más graves, y nuestras
dificultades existenciales no son sistemáticamente fruto del azar o de la
fatalidad. Justamente, la naturaleza es demasiado perfecta para que la
enfermedad pueda ser siempre una absurdidad o una aberración y, aun menos, la
expresión de un proceso aleatorio y/o anárquico.
Por el contrario, la enfermedad es muy a manudo (y por lo
tanto no siempre) una causa de un reflejo arcaico excelente de adaptación y de
supervivencia gestionado por nuestro cerebro primitivo. Incluso aunque pueda
provocar la muerte cuando se desboca, la enfermedad debe ser entendida, por lo
menos al principio del proceso patológico, como un programa formidable de
adaptación puesto en marcha por la Madre Naturaleza para ayudarnos a resolver
una dificultad, de la que normalmente ni siquiera somos conscientes. De la
misma manera, casi todas las dinámicas psicológicas, los bloqueos o el
comportamiento también son la expresión de estos mismos mecanismos de
adaptación y de supervivencia que nuestro cerebro pone en marcha para ayudarnos
a gestionar la adversidad.
Esto introduce la idea central de este escrito,
probablemente la más difícil de comprender: nuestros problemas de salud (o
nuestras dificultades en general) son como programas de asistencia natural que
nuestra biología pone en marcha cuando es necesario, como solución perfecta
para venir de nuestra ayuda. Si esta solución perfecta puede llegar a ser tan
imperfecta, normalmente es porque existe un espantoso malentendido entre
nosotros y nuestro cerebro arcaico, que puede llegar a ser fatal si dura
demasiado tiempo.
Por supuesto, en la medida en que estos programas
biológicos se activan en caso de necesidad, se sobreentiende que también pueden
desactivarse, a condición, no obstante, de que a no sea útil. Esto pasa por la
comprensión y la resolución, de uno u otro modo, de la problemática que haya
hecho necesaria la puesta en marcha de este programa de asistencia.
Precisamente es por esto que conviene, frente a una manifestación física o
psíquica, cuestionarse lo siguiente: ¿cuál es su utilidad bio-lógica?
A menudo es a partir de la toma de consciencia de la
naturaleza profunda de nuestras enfermedades, de nuestras dificultades y de
nuestros comportamientos indeseables que podemos deshacernos de ellos: desde el
momento en el que comprendemos el sentido, la enfermedad deja de tener
justamente sentido y razón de ser. en cualquier caso, es al conocer el sentido
arcaico subyacente cuando muchas personas han conseguido deshacerse de la enfermedad,
a veces diagnosticada incurable o, simplemente, con dificultades existenciales
más o menos limitantes.
Utilizaré a menudo la palabra “conflicto” porque en
general es un conflicto interior el que
está en el origen de un comportamiento o de una enfermedad. Esta
palabra, conflicto, no sobreentiende que haya una disputa o una pelea, sino más
bien un aumento más o menos importante de nuestro nivel de estrés interior a
causa de una realidad o de una dualidad profunda e inconsciente.
Al reflexionar sobre esto, me doy cuenta de que muchas
cosas son perfectamente bio-lógicas, para lo bueno y para lo malo. Esto es
válido para las enfermedades psíquicas o físicas: para nuestras dificultades
existenciales o nuestros comportamientos; nuestros bloqueos y miedos; nuestras
compulsiones o dependencias; nuestros fracasos o excelencias; nuestras
aversiones o preferencias; nuestra simpatía o antipatía; etc.
EJEMPLOS
Una madre puede desarrollar una enfermedad grave a nivel
del seno porqu su hijo está gravemente enfermo. ¿Por qué? Porque ella vive
desde lo más profundo de sí misma un gran estrés, al cual la biología arcaica
responde por un mecanismo de activación de la glándula mamaria. De hecho, en la
naturaleza, es gracias a la leche que unamadre puede cuidar a su pequeño cuando
está enfermo (cabe señalar que no todas las patologías mamarias tienen esta
problemática como origen, ya que hay otros tipos de casos).
Una persona puede quedarse minusválida de repente por la
pérdida de la visión central poco tiempo después de haber regresado de una
misión humanitaria en un país en guerra o donde la población muere de hambre.
¿Por qué? Porque los recuerdos visuales que ha traído de este viaje son
particularmente insoportables y la atormentan. En este caso, el síntomas un
intento de evitar que la persona vea el horror.
Una persona puede desarrollar una crisis de asma en el
momento en que está con un colega de trabajo muy simpático. ¿Por qué? Porque su
bigote canoso reactiva un viejo recuerdo olvidado lleva a la persona treinta años atrás: en esa
época, sufrió violencia física y moral de un profesor con bigote canoso. En
este caso, el sentido arcaico del síntoma es el de advertir de la inminencia
del peligro.
Una persona puede tener la manía de poner algunas gotas
de aceite en todas las bisagras y pasadores de la casa ya que el mínimo
rechinamiento desata en ella un miedo aterrorizante. ¿Por qué? Porque esta
persona fue durante toda su infancia el cabeza de turco de su hermano mayor,
quien tenía una puerta en la habitación que rechinaba. Cuando oía este
rechinamiento, sabía que su hermano probablemente iba a atormentarla. En este
caso, la utilidad e este comportamiento fóbico es eliminar este ruido
característico para evitar un estrés intenso.
Una persona puede haber escogido, desde muy joven, ser
juez y se dedica los siguientes quince años con una energía desmesurada e
irracional, dieciséis horas por día 365 días al año, hasta que hace un
“burn-out”. ¿Por qué? Porque su abuela paterna es una matriarca déspota capaz
de las peores injusticias. En este caso, el sentido profundo de esta elección
profesional es poder hacer por fin justicia.
Una niña pequeña puede ser sujeto de un eccema crónico
que ningún tratamiento consigue curar. ¿Por qué? Porque durante el 5º mes de
embarazo su madre vivió una situación muy dolorosa en tonalidad de ruptura de
contacto de separación cuando se mudó a Francia para instalarse con su marido.
Ella se sintió profundamente separada de su país natal, de su ciudad, de su
familia, de su madre, de sus amigos, etc. En este caso, la niña expresa a a
través de su cuerpo el estrés que su madre percibió durante el embarazo.
Un chico joven se ve profundamente afectado por una
fatiga crónica que incluso provoca que le hospitalicen varias veces durante los
exámenes, mientras que recobra toda la vitalidad durante las vacaciones
escolares. ¿Por qué? A causa de una “alergia” muy fuerte al concepto de
trabajo. En la historia de su familia, un bisabuelo murió en la cárcel a causa
de una condena a trabajos forzados, y una bisabuela se mató trabajando por
cuidar sola de sus seis hijos. De esta manera, en la memoria profunda de este
niño, se dice que el trabajo mata y que es mejor evitarlo.
Una persona puede estar muy limitada desde siempre, hasta
la enfermedad, por una dinámica física particular que le lleva a considerar la
vida como una prueba llena de dificultades invencibles. Sin embargo, tiene una
existencia apacible, nunca le ha faltado nada ni se ha visto enfrentado a
ningún drama que pueda justificar tal visión sobre la vida. ¿Por qué este
síntoma? Porque es la heredera del sufrimiento profundo de sus ascendentes que
tuvieron vidas particularmente espantosas al final del siglo XIX cuando
trabajaban en la mina.
Con estos ejemplos que he escogido, quiero introducir los
tres grandes temas de mi discurso, es decir:
LA BIOLOGÍA para explicar cómo y por qué la mayor parte
de nuestras dificultades físicas, psíquicas o comportamentales son, en
definitiva, bio-lógicas, estrictamente bio-lógicas y nada más que bio-lógicas.
Precisamente es nuestro querido cerebro arcaico el que dirige las operaciones,
nuestro ritmo cardíaco o nuestra fórmula sanguínea a cada momento, incluso
nuestro comportamiento o nuestras enfermedades, en solución perfecta y
seguramente sin que seamos conscientes.
LA PSICOLOGÍA para explicar cuál es el rol que juega la
esfera psíquica en esta trilogía como sede de nuestras creencias y de nuestros
recuerdos doloroso, tanto sea de forma consciente como no. Pero la psicología
–de la manera en que la entendemos hoy en día- tiene poca influencia sobre
nuestro cerebro arcaico (por no decir ninguna) y no es directamente responsable
de nuestras enfermedades o dificultades.
Y es que nuestro cerebro arcaico se burla de nuestros
problemas psicológicos (y por lo tanto de nuestros pensamientos) porque no le interesa
nada que no sea nuestra emoción visceral, es decir, como vivimos un
acontecimiento o un drama desde lo más profundo de nosotros mismos. Por otra parte,
es sobre este aspecto concreto que la descodificación aporta un punto de vista
diferente que nos permite descubrir el origen de nuestros problemas de salud
y/o de nuestras dificultades existenciales.
LA GENEALOGÍA para mostrar como nuestras enfermedades o
comportamientos tienen muy a menudo sus raíces en nuestra “pre-historia”, es
decir, a nivel de nuestra vida intrauterina, de nuestra herencia parental y
familiar, pero también de nuestra herencia sociocultural, o incluso más allá,
de nuestra herencia biológica primitiva, desde los tiempos en los que el hombre
ni siquiera existía.
De hecho, el título “bio-psico-genealogía” utilizado a
menudo, es fácil de usar y resume perfectamente el discurso; pero también es
imperfecto ya que toda esta historia acaba siendo la de las correlaciones entre
la psique, el cerebro y el cuerpo. De esta manera, es más apropiado hablar de
la correlación psico-cerebro-orgánica, sabiendo que el nivel genealógico está
en relación directa con los dos primeros.
Laurent Daillie