¿A qué llamamos “mala nutrición”?

Durante la gestación y la lactancia, el bebé y madre comparten sustancias (el líquido amniótico y la leche materna), también se podría afirmar que emocionalmente son uno. Si la madre está enferma, en duelo, en estrés o enfadada; tanto el líquido amniótico como la leche llevarán “ese sabor”, estarán cargados de moléculas de tristeza, de rabia, o de frustración e impotencia...


Lo mismo sucede si hay estrés ambiental, como incomprensión, infidelidad, preocupaciones o situaciones amenazantes en la pareja.

Esto, referido a la madre, pero se hace extensivo a quien realice la función materna (padre, parientes, allegados…); en todos los casos, si el bebé percibe estrés, abandono; o “confusión” (mensajes contradictorios) en la nutrición afectiva o real.  Y junto a esa nutrición, integrará que ese alimento no es bueno.

Un niño absorbe todo lo que sucede a su alrededor, aunque no se le transmita directamente lo que está pasando, observa el comportamiento y las reacciones de los adultos que le rodean, ante un acontecimiento específico. Y, de adulto, puede manifestar cierta sensibilidad en algún ámbito de la vida debido a las experiencias recibidas en la más tierna infancia, cuando se está desarrollando el aspecto psico afectivo, entre los 0 y los 7 años.